miércoles, 18 de julio de 2012

LA MUJER EN EL TIEMPO, EL SEXISMO EN EL DEPORTE


POR FAVOR ¿PODRIAS EXPLICAR CUALES SON LAS VERDADERAS DIFERENCIAS ENTRE LOS HOMBRES Y LAS MUJERES?
La mayoría de las diferencias entre hombres y mujeres se deben a miles de años de condicionamiento. No son fundamentales por naturaleza, pero hay unas pocas diferencias que les dan una belleza única, individualidad. Esas diferencias se pueden contar muy fácilmente.
Una de ellas es que la mujer es capaz de producir vida; el hombre no lo es. En ese aspecto, él es inferior, y esa inferioridad ha jugado un gran papel en el dominio de las mujeres por el hombre. El complejo de inferioridad funciona de esta manera: pretende ser superior para engañarse a sí mismo, y para engañar al mundo entero.
Por eso, a lo largo de los siglos el hombre ha estado destruyendo la genialidad, el talento, las capacidades de la mujer, para, de esta forma, poder probar que él es superior, ante sí mismo y ante el mundo.
A causa de que la mujer da a luz, durante nueve meses o más permanece absolutamente vulnerable, dependiente del hombre. Los hombres han explotado eso de una forma muy fea. Y esa es una diferencia fisiológica; da exactamente igual.
La psicología de la mujer ha sido corrompida por el hombre diciéndoles cosas que no son ciertas, convirtiéndola en una esclava del hombre, reduciéndola a categoría de ciudadano secundario del mundo. Y la razón de ello es que él es más poderoso muscularmente. Pero el poder muscular es parte de la animalidad. Si es eso lo que va a decir la superioridad, entonces cualquier animal es más musculoso que un hombre.
Pero las verdaderas diferencias existen ciertamente, y tenemos que buscarlas detrás del montón de diferencias inventadas. Una diferencia que veo es que una mujer es más capaz de amor que un hombre. El amor del hombre es más o menos una necesidad física; el amor de la mujer, no. Es algo más grande y más elevado, es una experiencia espiritual. Por eso, la mujer es monógama y el hombre es polígamo. Al hombre le gustaría tener a todas las mujeres del mundo, y aun no estaría contento con ello. Su insatisfacción es infinita.
La mujer puede sentirse satisfecha con un amor, absolutamente satisfecha, porque no mira el cuerpo del hombre, mira sus cualidades más profundas. No se enamora de un hombre que tiene un hermoso cuerpo musculoso, se enamora de un hombre que tiene carisma- algo indefinible, pero inmensamente atractivo-, que es un misterio explorar. No quiere que su hombre sea tan solo un hombre, sino una aventura en el descubrimiento de la conciencia.
El hombre es muy débil en lo concierne a la sexualidad; solo puede tener un orgasmo. La mujer es infinitamente superior; puede tener orgasmos múltiples. Y este ha sido uno de los asuntos más molestos. El orgasmo del hombre es local, confinado a los genitales. El orgasmo de la mujer es total, no está confinado a los genitales. Todo su cuerpo es sexual, y puede tener una bella experiencia orgásmica mil veces mayor, más profunda, más enriquecedora, más nutritiva que la que puede tener un hombre.
Pero la tragedia radica en que todo su cuerpo tiene que ser excitado, y el hombre no está interesado en ello, nunca ha estado interesado en ello. Ha utilizado a la mujer como una maquina sexual para aliviar sus propias tensiones sexuales. En cuestión de segundos ya ha terminado. Y para cuando ha terminado, la mujer ni siquiera ha comenzado. En cuanto el hombre termina de hacer el amor se da la vuelta y se duerme. El acto sexual le ayuda a dormir bien, más relajado, con todas las tenciones liberadas en a actividad sexual. Y toda mujer ha llorado y gemido cuando ha visto esto. Ella ni siquiera ha comenzado, no se ha movido. Ha sido utilizada, y eso es lo más feo que hay en la vida: cuando se te utiliza como una cosa, como un mecanismo, como un objeto. Ella no puede perdonar al hombre por utilizarla.
Para hacer que también la mujer sea una compañera orgásmica, el hombre tiene que aprender juegos preliminares, tiene que aprender no tener prisa por ir a la cama. Tiene que convertir hacer el amor en un arte. Pueden tener un lugar –un templo de amor- en donde se queme incienso, sin luces fuertes solo velas. Y el debería acercarse a la mujer cuando este en un estado bello, alegre para poder compartirlo con ella. Lo que sucede normalmente es que los hombres y las mujeres se pelean antes de hacer el amor. Eso envenena el amor. El amor es una especie de tratado de paz que dice que la lucha ha terminado, al menos por una noche. Es un soborno, es una trampa.
Un hombre debería hacer el amor de la misma forma que pinta un pintor –cuando siente que un vivo deseo llena su corazón- o como un poeta compone poesía, o como un músico toca música. El cuerpo de una mujer debería ser tratado como un instrumento musical; lo es. Cuando el hombre se siente alegre, entonces el sexo no es simplemente una descarga de la tensión, una relajación, un método parea dormir. Entonces hay juego preliminar. Él baila con la mujer, canta con la mujer, con la hermosa música que hay en el templo del amor. Y eso será el comienzo de la apertura de la puerta a todo fenómeno de la supraconciencia.
Estas son diferencias naturales, no tienen nada que ver con el condicionamiento. Hay otras diferencias. Por ejemplo, una mujer está más centrada que un hombre… es más serena, más silenciosa, más paciente, es capaz de esperar. Quizá a causa de estas cualidades, la mujer tiene más resistencia a las enfermedades y vive más que el hombre. A causa de su serenidad, su delicadeza, puede traer una plenitud inmensa a la vida del hombre. Puede rodear la vida de un hombre de una atmosfera muy relajante, muy cálida. Pero el hombre tiene miedo, no quiere estar rodeado por la mujer, no quiere dejarle que cree su calidez cariñosa entorno a el. Tiene miedo porque de esa forma se volverá dependiente. Así que durante siglos, ha estado manteniéndola a distancia. Y tiene miedo porque en lo profundo de sí sabe que la mujer es más que el. Ella puede dar nacimiento a la vida. La naturaleza la elegido a ella para reproducir, no al hombre.
La función del hombre en la reproducción es casi nula. Esta inferioridad ha creado el mayor problema, el hombre ha empezado a cortar las alas de la mujer. Ha empezado a reducirla y condenarla de todas las maneras, para al menos poder creer que él es superior. El hombre ha tratado a la mujer como si fuera ganado, incluso peor. En china, durante cientos de años, se consideraba que la mujer no tenía alma, de forma que el marido podía matarla y la ley no interfería. La mujer era posesión del marido. Si él quería destruir sus muebles, no era ilegal. Si quería destruir a su mujer, no era ilegal. Este es el insulto supremo: que la mujer no tenia alma.
El hombre ha privado a la mujer de educación, de independencia económica. La ha privado de movilidad social porque tiene miedo. Sabe que ella es superior, sabe que ella es bella, sabe que darle independencia creará peligro. Por eso, durante siglos la mujer no ha tenido independencia. La mujer musulmana tiene que llevar la cara tapada, para que nadie excepto su marido, pueda ver la belleza de su rostro, la profundidad de sus ojos.
En el hinduismo, la mujer tenía que morir cuando moría su marido. ¡Qué celos tan enormes! La has poseído durante toda tu vida, e incluso quieres poseerla después de la muerte. Tienes miedo, ella es hermosa, y cuando tu ya no estés, ¿Quién sabe? Puede que encuentre otro marido, quizá mejor que tu. Así que el sistema de sati ha permanecido durante miles de años, el fenómeno más feo que uno pudiera imaginar.
El hombre es muy egoísta. Por eso lo llamo chovinista, machista. El hombre ha creado esta sociedad, y en esta sociedad no hay lugar para la mujer. ¡Y ella tiene tremendas cualidades propias! Por ejemplo, si el hombre tiene la posibilidad de la inteligencia, la mujer tiene la posibilidad del amor. Esto no significa que ella no pueda tener inteligencia; puede tenerla, simplemente hay que darle la posibilidad de que la desarrolle. Pero el amor es algo con lo que ha nacido, ella tiene más compasión, más dulzura, más comprensión… el hombre y la mujer son dos cuerdas de una misma arpa, pero ambos sufren cuando están separados el uno del otro. Y como están sufriendo y no saben por qué, empiezan a vengarse el uno del otro.
La mujer puede aportar una ayuda inmensa para crear una sociedad orgánica. Ella es diferente del hombre, pero aun nivel igual. Ella es tan igual a un hombre como cualquier otro hombre. Ella tiene talentos propios que son absolutamente necesarios. No es suficiente ganar dinero, no es suficiente llegar al éxito en el mundo; es más necesario un bello hogar, y la mujer tiene la capacidad de transformar cualquier casa en un hogar. Ella lo puede llenar de amor; ella tiene esa sensibilidad. Ella puede rejuvenecer al hombre, ayudarle a relajarse.
No hay necesidad de que el hombre se sienta inferior a la m mujer. Toda esa idea surge porque pensáis en el hombre y en la mujer como dos especies distintas. Pertenecen a una misma humanidad, y ambos tiene cualidades complementarias. Ambos se necesitan mutuamente, y solo cuando están juntos están enteros… la vida hay que tonársela con calma. Las diferencias no son contradicciones. Pueden ayudarse mutuamente y realzarse inmensamente. La mujer que te ama puede realzar tu creatividad, puede inspirarte a alcanzar cimas que nunca has soñado. Y ella no te pide nada. Simplemente quiere tu amor, que es su derecho básico.
La mayoría de las cosas que hacen diferentes a los hombres y a las mujeres son condicionales. Las diferencias deberían mantenerse porque hacen a los hombres y las mujeres atractivos mutuamente, pero no deberían tomarse como reprobaciones. Me gustaría que ambos se hicieran un todo orgánico, permaneciendo al mismo tiempo absolutamente libre, porque el amor nunca crea ataduras, da libertad. Entonces podemos crear un mundo mejor. A la mitad del mundo se le ha negado su contribución, y esa mitad las mujeres, tiene una inmensa capacidad parta contribuir al mundo. Lo hubiera convertido en un bello paraíso. La mujer debería buscar en su propia alma su propio potencial y desarrollarlo, y tendrá así un hermoso futuro. El hombre y la mujer no son ni iguales ni desiguales, son únicos. Y el encuentro de dos seres únicos trae algo milagroso a la existencia.
OSHO

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